Tras 27 vendimias al frente del área enológica del grupo, Javier Martínez de Salinas se prepara para su jubilación en 2026. Lo hará acompañado durante un año por Diego Orío, nuevo miembro del equipo técnico, en una transición serena que refuerza el compromiso de la casa con la evolución tranquila y el trabajo a largo plazo.
Bodegas Olarra inicia una nueva etapa en su dirección técnica. Tras 27 vendimias, Javier Martínez de Salinas se prepara para la jubilación, culminando una trayectoria iniciada en 1998 y heredera directa del legado de Ezequiel García “El Brujo”. Lo hace como ha trabajado siempre: de forma discreta, serena y comprometida con la calidad. En palabras del propio Salinas: “He estado muy cómodo. Me han tratado bien. Me han dejado hacer cosas”.
Durante estos años, su labor ha transformado la forma de entender el viñedo y la elaboración en el Grupo Bodegas Olarra. Introdujo la gestión racional del parque de barricas, apostó por la trazabilidad desde el viñedo, desarrolló selecciones parcelarias pioneras y consolidó una arquitectura de marcas que hoy refleja la diversidad y complejidad de Rioja. “Antes se hacía un vino medio. Ahora diseccionamos todo ese volumen y separamos las parcelas que nos pueden interesar. Hay un trabajo profundo con el viñedo”.
A partir de ahora, esa labor continuará de la mano de Diego Orío, enólogo con una sólida trayectoria, que se incorpora tras veinte años en Bodegas Tobía. Una elección que responde a una voluntad clara del Grupo: buscar un perfil técnico con visión de futuro y compromiso a largo plazo. Alguien que, como Salinas, entienda que el vino se construye con tiempo y que las tendencias no se siguen, se interpretan. “Queríamos un enólogo que no piense en una añada, sino en los próximos veinte años”.
Para que la transición sea natural y coherente con nuestra filosofía de ‘evolución tranquila’, ambos trabajarán juntos durante un año. Un relevo pausado, alejado de las urgencias, que permitirá compartir no solo procedimientos, sino también intuiciones, ideas y mirada.
Diego Orío ha destacado su entusiasmo por formar parte de una bodega con esta trayectoria y esta infraestructura. “Es una oportunidad única. Aquí hay alma, hay identidad. Me impresiona el parque de barricas… aunque, visto desde lejos, parece más pequeño”, bromea. Su visión combina técnica y sensibilidad. Apuesta por “vinos con identidad y con alma, que se adapten a las tendencias actuales de fruta y frescura”, pero sin perder el carácter.
Salinas, por su parte, subraya su confianza en el relevo: “Diego llega con muchas vendimias a sus espaldas y un gran conocimiento teórico y técnico. Es del tipo de enólogo que ha pisado mucho el viñedo. Más incluso que nosotros”.
Con este relevo, Bodegas Olarra reafirma su manera de entender el vino y el tiempo: con calma, con perspectiva y con compromiso. Porque nos gusta que en esta casa los cambios se vayan construyendo como los grandes vinos, con paciencia y con criterio.